39 -Mood4LoveAdventureIstambulOtogar

Gunaydin Istambul!!

La gran estación de autobuses de Istambul, que se hace llamar La Otogar es digna de película policiaca. French Conexión hubiera podido rodar sin duda varias escenas. Sus angostas calles en un circuito concéntrico se superponen unas sobre otras como si se tratara de una boa constrictor enroscada después de un festín. Los autobuses codo con codo, descansan en una fosa común encofrados entre vigas de cemento. La paradoja de un espectáculo inerte y a su vez dinámico que observo en el tramo final del viaje, antes de parar y probar la primera Harira Soup » sopa de lentejas»  en un garrito auténtico de la mítica estación Otogar al amanecer.

Inevitablemente, me acordaré de Nabil, un buen amigo y excelente cocinero Argelino, un hombre de gran corazón que ofició su compromiso con Alison hace 10 años con unos simples Tes en la tetería restaurante, Baraka de Orgiva, Las Alpujarras. 

                               http://www.teteria-baraka.com/

Cuántas horas de tertulia en  ramadán y bajo el porche de su hermosa casa rural  he compartido y como escenario de fondo las montañas  las estrellas como guía en noches de nostalgia acompañados de su inigualable harira.

Entre recuerdos y con el estomago caliente y las alforjas en ristre finalmente cruzaré en bici el cinturón que linda Istambul desde La Otogar hasta su garganta del Bósforo y así reunirme finalmente con el equipo.

Es curioso como una ciudad de semejante envergadura y que alberga a 20 millones de habitantes, en su transitar por el entramado de barrios y vericuetos puedes hallar tanta paz.

La propia organización de la ciudad  y distribución arquitectónica siempre acompañada de hermosas mezquitas en cualquier recoveco de la ciudad donde te encuentres, permite al viandante no turbarse por el  bullicio del tráfico o la aglomeración de sus gentes en ciertas partes de los intrincados barrios llenos de bazares y pequeños rincones que invitan a la introspección y recogimiento.

El aire sopla del Este y mece en estos momentos el ambiente en calma, es frío y mientras sentado aguardo a Pablo y Tito que resurjan del palacio del sultán Ahmet, los cánticos embriagadores del Imán que llaman al rezo desde la mezquita azul de Santa Sofía, invitan a un estado meditativo.

Aksaray, un barrio marginal y que se encuentra enclavado en las inmediaciones del centro antiguo de la ciudad 

y no lejos del gran bazar será nuestro refugio hasta que Pablo tenga que partir a España y decida si vuelve a retomar el viaje con nosotros a  Iran, siempre y cuando que mi dolorido pie se recupere y pueda continuar la ruta.

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