Grecia y en concreto los alrededores de Tesalónica, son el telón de fondo de un panorama dantesco por la situación política con los refugiados Sirios y Kurdos tras estallar el conflicto.
Thessaloniki y sus alrededores están repletos de campos de refugiados temporales, con una capacidad total de 58 338 personas en tierra firme y 15 715 en diferentes islas. En tierra en estos momentos son 35 423 los censados, mientras que el número asciende 8085 en sus diferentes islas.
Son las 9 de la mañana y mi inquietud de nuevo me juega una jugarreta. Con el pie maltrecho y en última instancia cuando tengo decidido partir de Grecia, una idea peregrina toma forma y pongo en marcha todos mis recursos para intentar acceder a un campo de refugiados Sirios.
Katja, una interesante mujer alemana curtida en mil países como cooperante y que he conocido a través de Couchsurfing, es project manager de una ONG en estos momentos en Thessaloniki y mi enlace informativo
1- http://about.me/katja.mischke?promo=email_sig
Aunque los warnings son más que evidentes por todo el mundo, tengo decidido partir en solitario y comprobarlo por mí mismo.
Acompañado por un grupo de niños griegos boyscouts me hallo en un viejo autobús de línea regional, el 87 B. El objetivo es acceder a un campo de refugiados en Apothikes, intentar entrevistarlos y en la medida de lo posible disparar alguna foto que evidencia el drama reinante.
Los consejos antes de decidir retratar esta realidad son claros. Zona acordonada militar con restricciones evidentes a priori infranqueables. A pesar de ello, hoy un viernes cualquiera a las 16 horas, me acerco al perímetro mientras los ruidos añejos de un autobús que a duras penas respira, se acerca a las puertas del drama.
- video acceso Campo –
La vida es impresionante, es lo que siento en estos momentos. Horas atrás estaba pensando en partir alforjas en ristre a reunirme en una isla paradisiaca helena con el resto de la troupe y por arte de magia ahora mismo fluyendo con los acontecimientos y mi Nikon como amuleto, confío en retratar una realidad social que ha puesto al mundo los pelos de punta.
El pulso se me acelera y apuesto que en estos momentos bombeo sangre a una velocidad inusual quizá mas rápido que la de Nacho Vidal nuestro torito internacional. Visualizo las inmediaciones y escudriñando observó que por un lateral la verja está vencida por lo que decido internarme con precaución pensando en posibles represalias de los inquilinos.
Las medidas de seguridad son inexistentes a primera vista así que decido seguir avanzando hasta dar con varias personas frente a uno de los portones del hangar que sirven de refugio para los cientos de familias Kurdas y Sirias que se encuentran en situación más que precaria asentados en tiendas de campaña eventuales.
Estoy nervioso pero intento mantener la calma. Los militares al parecer se encuentran apostados en el flanco este del campo y si no armo revuelo quizá pase desapercibido.
Los primeros en acogerme son varias personas sirias que tienen montado un txiringuito de contrabando donde venden al por menor dentro del recinto todo tipo de productos alimenticios primarios. Desde chocalate, café a golosinas de dudosa procedencia y calidad.
Encubierto a las puertas del hangar pasare la tarde hasta entrada la noche acompañado por el continuo tránsito de los niños ajenos a su dura realidad. Sentado en una raída mesa y entre partidas de ajedrez, me invitaran a té y café, fumaremos tabaco de contrabando first quality escuchando historias trágicas de supervivencia y viajes a vida o muerte a través de las aguas Turcas y en pateras hasta islas Griegas al mando del lucrativo negocio de las mafias Turcas. Viajes que sólo personas pudientes pueden hacer frente por los elevados costos que rondarán un total de casi 2000 euros.
En mi reloj son cerca de las 23 horas y he sido invitado a pernoctar en una de sus tiendas de campaña por el joven Ahmed, un joven que se enorgullece al recordar cómo vendía rodillos de 200 kilos de Chicken Kebab al día en Damasco, Siria.
Ahmed me propone pasar la noche en una tienda del campamento y al día siguiente ir a Thessaloniki a recoger leche que repartiremos a campamentos vecinos.
Acepto, pero finalmente persuadido por otro hombre más prudente y por las consecuencias de la posibilidad de ser encontrado por la policia, como cenicienta a media noche desaparezco de la escena haciendo auto stop y llegando a Thessaloniki donde Alejandro, un amable valenciano que aún desconozco y regenta un restaurante » La EÑE » me acogerá a base de chupitos y amena conversación.
Su amabilidad y hospitalidad in extremis quedara fraguada con mood4love a las puertas de su negocio.
Para dar carpetazo, un dato interesante que más tarde me harán participe. Entre un 60% a un 70% de los refugiados de los campos viven en Thessaloniki entre hostales y hoteles albergados por las propias mafias que aún los mantienen atados trabajando para ellos en el mercado negro. Perra vida pienso y viva la Spanish omelette
🙏🏾